Ikkyu: La Nube Loca en el cielo de las letras japonesas
“…fue el más riguroso y profundo de los sacerdotes Zen”
– Yasunari Kawabata, discurso al recibir el Premio Nobel en 1968.
Ikkyu Sojun (1394-1481) es uno de los personajes más desconcertantes y menos conocidos de la literatura japonesa. Desempeñó un papel destacadísimo en la historia del Zen, y algunos de los episodios de su vida siguen siendo narrados en templos y monasterios. Figura en la tradición histórica de artes tales como la música de flauta, la ceremonia del té, la caligrafía, el ikebana, y el teatro Noh. Reconstruyó dos templos budistas que habían sido destruidos por las guerras. Pero sobre todo, fue un gran poeta.
Para poderle comprender, necesitamos penetrar primero en su mundo, pues nuestro contexto cultural es profundamente distinto del suyo.
Por eso, en una fugaz panorámica, consideraremos primero el ambiente histórico y literario del Japón desde los inicios hasta su época. Luego, exploraremos el budismo zen y algunas de sus actitudes vitales. Entonces nos adentraremos en el personaje mismo y en sus poemas. Por último haremos una valoración de él desde nuestra propia época.
Antecedentes históricos y literarios hasta la época Muromachi
El Japón del siglo XV, en el que vivió Ikkyu, era una tierra de turbulencias y sangre, pero también de arte y de creatividad.
Como suele pasar, la violencia venía de lejos. Durante la época Heian, en los siglos VII a XII, la cultura japonesa había ido imponiéndose con el filo de la espada a lo largo de la isla principal, empujando a los pueblos aborígenes, los Ainu, cada vez más hacia el frío norte.
Sinembargo, entre tanto, en Kioto, el centro del futuro imperio, la literatura florecía en los pinceles de los cortesanos, mujeres y hombres delicados para quienes las guerras de conquista eran ajenas y remotas.
Primero, la lengua tuvo que adquirir un modo conveniente de escribirse, ya que al comienzo la escritura era sólo en chino. Este papel iniciático de la lengua continental llevó a que la educación literaria comenzara con el dominio de las obras clásicas chinas. Los poetas de la época Tang, por ejemplo, eran estudiados y admirados por los letrados japoneses.
Cuando ya fue posible escribir en la lengua nacional, fueron surgiendo las primeras obras literarias. Las antologías imperiales de poesía, los Cantares de Ise, la Romanza de Genji, el Libro de Almohada, los diarios de las mujeres de la corte, todo eso formó una primera época de oro en la historia literaria del Japón. Al terminarse la época Heian, ya estaba establecido, por los méritos de sus propios autores, el valor literario de la lengua japonesa.
Una vez se terminó de incorporar al imperio toda la isla principal, las habilidades guerreras desarrolladas por los conquistadores no pudieron ejercerse ya contra pueblos extraños, y los soldados entonces buscaron nuevos enemigos en el interior de su propia cultura. El emperador y la corte perdieron su poder, quedando reducidos a unas figuras formales. El poder de la espada puso término a la época Heian desde 1185, y el gobierno militar se estableció en Kamakura, un pequeño puerto al suroeste del actual Tokio. Las guerras civiles asolaron por largo tiempo el Japón, hasta que en el Siglo XVII un caudillo fue capaz de someter con sus fuerzas a todo el país, y se inició una larga época de paz.
El período de las guerras civiles – las épocas Kamakura, Muromachi y Momoyama – suele ser considerado como poco menos que estéril en las letras japonesas. Sinembargo, no fue del todo así. Cierto que ya no hubo literatura cortesana; pero el ejercicio de las letras pasó a otros personajes, que escribían en la reclusión de los templos y los monasterios.
En la época Kamakura (1185 – 1392) se destacan tres obras. En 1212 fue escrito el Hojoki – traducido como Un relato desde mi choza – por Kamo no Chomei, quien vivió de 1155 a 1216. Fue primero un cortesano, educado en las artes de la música y la poesía; a las que se dedicó después de retirarse de la corte. En 1204 se convirtió en monje budista.
Aunque quedan de él poemas y otras obras , es recordado ante todo por su Relato desde mi choza. Es un texto corto, escrito en fragmentos, pero de una gran unidad y coherencia. Describe los desastres que asolaron la capital en su tiempo – hambrunas, terremotos, incendios – y luego cuenta cómo y por qué se fue a vivir a una choza en el campo, en búsqueda de la liberación de los deseos, en pleno acuerdo con los ideales budistas. Es una joya de la literatura japonesa de la época.
La segunda obra maestra de tal tiempo es el Heike Monogatari, la historia (o el Cantar) de los Heike, escrito por dos monjes budistas, Yukinaga y Shobutsu. Pudo haberse escrito hacia el 1225. Es lo más parecido a una obra épica que hay en la literatura japonesa.
Inicialmente, relata el ascenso de Taira no Kiyomori hasta el punto en que su hija se casa con el emperador. En la cumbre de su poder, incendia los templos de Nara. Después de su muerte, comienza a destacarse un rival de la casa de los Minamoto, Kiso Yoshinaka. Los Taira se ven gradualmente derrotados, pero no son vencidos aún. Yoshinaka es muerto por un rival de su misma familia, Yoshitsune, quien luego es el que aniquila finalmente a los Taira.
Hay varias versiones del Cantar, algunas destinadas a la lectura, otras al canto con acompañamiento del laúd japonés (biwa).
Hay una corta referencia al Cantar de los Heike al final de la tercera gran obra literaria del período, el Tsurezuregusa, traducido al español como Ocurrencias de un ocioso:
Yukinaga escribió el Heike Monogatari y se lo enseñó a un ciego llamado Shobutsu, que lo recitaba. Por eso pondera tanto el monasterio Enryakuji. Escribe teniendo un conocimiento muy notable de Yoshitsune, pero omitió muchos pormenores de la vida de Noriyori. Es posible que apenas supiera nada de él. Como Shobutsu era natural de la región del este, lo mandaba a recoger información de los samurais sobre el arco, los caballos y la estrategia de la guerra. Yukinaga después lo escribía. Los maestros del biwa todavía hoy imitan el acento oriental de la voz y del canto de Shobutsu.[[La traducción es de Justino Rodríguez. En: Kenko Yoshida, Tsuerzuregusa – ocurrencias de un ocioso. Madrid: Hiperión, 1986, p. 186. La cita aparece al final del fragmento 226.]]
Las Ocurrencias de un ocioso consisten en 243 fragmentos de variada temática, muy influidos formalmente por El Libro de Almohada de Sei Shonagon, pero en un ambiente mucho más budista y didáctico, que los distancia de su modelo.
Su autor es Kenko Yoshida, nacido quizá en 1283, y murió – tal vez – en 1350.
Tanto la obra de Kamo no Chomei como la de Kenko Yoshida, y lo mismo el Cantar de los Heike, poseen ya el tono de nostalgia budista que iría a predominar en buena parte de las letras japonesas de ahí en adelante hasta el advenimiento de la literatura moderna.
En 1331, el emperador Go-Daigo se rebeló en Kioto contra el gobierno militar. En la guerra civil que siguió, fue destruido el templo de Mioshoji, que más de un siglo después sería reconstruido por Ikkyu.
La victoria del emperador en 1333, apoyado por importantes familias de guerreros como los Ashikaga, le permitió restaurar el poder imperial, pero no por mucho tiempo: a los tres años tuvo que dejar Kioto, aunque organizó una corte rival en el sur.
En 1392 la corte del sur fue persuadida a volver a Kioto, y quedó como único emperador Go-Komatsu. Con esto se inició la época Muromachi. Dos años después nació Ikkyu, el monje Zen que nos ocupa.
Budismo y zen
Para entender qué clase de monje era Ikkyu no podemos evadir hacer una incursión en ciertos conceptos religiosos fundamentales de la cultura del lejano oriente.
El budismo es de origen hindú. Nació en el contexto de un hinduísmo muy formalizado. Su problema fundamental es cómo tratar el sufrimiento. Después de un largo proceso de búsqueda, el fundador Buda llegó, en el Siglo V antes de Cristo, a descubrir lo que llamó las cuatro nobles verdades:
-* hay sufrimiento en la vida;
-* el sufrimiento es generado por una causa;
-* la causa del sufrimiento es el apego;
-* hay un sendero para liberarse del apego y por tanto del sufrimiento.
El Óctuple Sendero se refiere a ocho cosas que han de ser correctas o hacerse correcta o adecuadamente: el conocimiento, las decisiones, la palabra, la acción, el modo de vida, el esfuerzo, la atención y la concentración.

Otros aspectos:

Al recorrer y practicar el Óctuple Sendero, se llega a la liberación del apego y a la realización, a veces llamada “iluminación”. Entonces el sufrimiento queda atrás.
Esto es el núcleo básico del budismo. Pero hay además ciertas cosas: el respeto a la vida en todas sus formas (lo que conlleva por ejemplo al vegetarianismo); la convicción de que el yo es una ilusión; el respeto a la norma (el Darma); la convicción de que el bien conlleva bien, y el mal conlleva mal (el Karma); la organización de los monjes como instrumento de difusión de los hallazgos del budismo, y como ejemplo de vida ante la comunidad.
Los rituales, los dioses y los sacrificios del hinduismo son entonces innecesarios; en este aspecto podemos considerar al budismo como una especie de protesta contra el hinduísmo clásico. En realidad, Buda no se pronuncia a favor ni en contra de los dioses; está demasiado ocupado con aplacar el sufrimiento humano para ponerse a especular sobre ellos. Buda decía que si había un hombre herido por una flecha envenenada, no había que ponerse a averiguar de dónde había procedido la flecha, ni por qué causa había llegado allí, sino proceder a curarlo de inmediato.
Aunque el Buda dejó muy claro que no debía venerársele, pronto hubo veneración por él. Los primeros templos budistas tenían por lo menos dos edificios: una stupa o pagoda, donde se veneraba la imagen o las reliquias del Buda, y una sala de reuniones y de oración, en medio de un amplio recinto cercado.
Poco a poco el budismo se fue formalizando y llenándose de reglas y ritos. Para el momento en que el budismo alcanzó el Japón, diez siglos después de haber sido fundado en el norte de la India, era ya una organización establecida, lejos de la simplicidad inicial.
Surgió entonces el Zen, un nuevo movimiento protestante dentro de esa vieja protesta que había sido el budismo. El Zen fue introducido desde la India a la China en el siglo VI por Boddhidharma, que lo describió así:
Un mensaje especial fuera de la Escritura;
no depender de letras ni palabras;
un apuntar directo al alma humana;
un real conocerse; llegar a ser un Buda.
Poco después de llegar a China, Bodhidharma tuvo una audiencia con el emperador Wu Di en la entonces capital de Nankín.Tuvieron este diálogo:
– He construido muchos templos, he fundado monasterios, he hecho copiar escrituras sagradas, he sostenido a muchos monjes a través de toda la China. ¿Qué méritos alcanzaré por esto?
– Ningún mérito, Majestad.
– Pero entonces, ¿cuál es la enseñanza fundamental del Budismo?
El Emperador pregunta esto porque conoce la ley del Karma: el bien conlleva al bien, el mal conlleva al mal. Si ha hecho bien, piensa que tendrá un mérito. Pero no es conciente de que el bien hay que hacerlo desinteresadamente. A la nueva pregunta del Emperador, Bodhidharma contesta:
– El Gran Vacío: no hay ninguna esencia, Majestad.
– Y si no hay ninguna esencia, ¿quién entonces me está hablando?
– No tengo idea, Majestad.
Como resultado, Bodhidharma tuvo que abandonar el palacio y fue a residir al Monasterio de Shaolin, donde pasó nueve años meditando frente a una roca.
Hay una leyenda que da origen al Zen en una acción del mismísimo Buda. En cierta ocasión, una multitud se reunió para oír una exposición del Maestro. Este llegó, y no pronunció una sola palabra: se limitó a exponer una flor, haciéndola girar en su mano ante la multitud. Allí está el rechazo al lenguaje que es parte esencial del Zen.
El Zen da importancia fundamental a una experiencia que hay que lograr, y que por lo general se nombra inadecuadamente como iluminación. Es un repentino darse cuenta de la realidad sin el intermedio de conceptos o palabras.
El Zen es sumamente alérgico a discusiones racionales (que se hacen a través de conceptos intermediarios) y a escrituras. Sinembargo, hay escrituras Zen; éstas narran anécdotas de los maestros Zen; y también proponen cuestiones “casos”, en japonés koan, que son temas de meditación, y que no se pueden resolver a través de la mente racional.
También es alérgico al criterio de autoridad, aunque esto habría que matizarlo un poco, pues no se puede aprender Zen de otro modo que con un maestro y con una práctica (los libros sobre Zen no sirven, no son Zen). Un dicho Zen es: “Si encuentras al Buda, mátalo”. (Pero, hasta ahora, no sé de ningún adepto Zen que haya matado a su maestro; sí hubo uno que incendió el templo del Pabellón de Oro, y hay muchas historias de tazas, libros, certificados y reliquias deliberadamente destruidos).
El Zen es pues paradójico y difícil de discutir con palabras. Hay que apropiárselo sin símbolos, como una práctica de lo inefable.
Con todo y eso, también el Zen, por el tiempo en que vivió Ikkyu, estaba anquilosado.
Budismo y género
Dada la importancia del tema erótico en Ikkyu, conviene tratar este punto.
No es de extrañar que inicialmente el Buda no quisiera tener nada que ver con las mujeres. Había sido educado en la tradición patriarcal hindú. Pero pronto fue convencido de que en su nuevo movimiento podría haber monjas. El tema sigue causando aún discusiones en los países budistas. En Tailandia se está ahora mismo en un gran debate sobre si conceder a las monjas todos los derechos que tienen los monjes; lo ha suscitado una monja venida de Sri Lanka, donde no se hace diferencia entre los derechos de monjas y monjes.
Los budistas, como tantas otras religiones, usan las parábolas, las anécdotas que dan motivos de reflexión. Algunas de ellas pueden ilustrar el clima en que aparece el género en el budismo, sobre todo en el Zen. Oigamos algunas.
Veinte monjes y una monja practicaban la meditación con un maestro Zen. Algunos de ellos se enamoraron, y uno le escribió una carta a la monja, pidiéndole un encuentro a solas.
Ella no respondió. Al día siguiente, al terminar el sermón del maestro, la monja se levantó de en medio de sus compañeros, y dijo al que le había escrito:
– Si de verdad me amas, ven y abrázame ya.
Durante más de veinte años, una anciana había sostenido a un monje. Al cabo del tiempo quiso saber qué progresos había hecho, y le pidió a una mujer joven y apasionada que fuera al monje , lo abrazara, y le preguntara:
– Y ahora, ¿qué?
La joven lo hizo, y después el monje respondió:
– Este árbol viejo crece sobre una roca fría. No hay calor.
Ella volvió a la anciana y le contó lo ocurrido. La mayor se puso furiosa.
– ¡Pensar que lo he alimentado durante veinte años! No era necesario que mostrara pasión, pero debió haberte tratado compasivamente.
Entonces incendió la cabaña del monje y dejó de alimentarlo.
La anterior anécdota fue conocida por Ikkyu, quien la comentó en un poema.
Una tarde lluviosa, dos monjes recorrían un camino.
Al llegar a un riachuelo crecido, encontraron a una joven bellísima desconcertada por no saber cómo pasar.
Uno de los monjes la tomó en brazos y la puso al otro lado. El otro no dijo nada, pero cuando llegaron al templo donde se alojaban no pudo contenerse.
– ¡Los monjes no debemos ponernos en contacto con las mujeres, sobre todo si son jóvenes y hermosas! ¿Por qué hiciste eso?
Y continuó reconviniendo a su compañero, hasta que éste le replicó:
– Esa joven, yo la dejé allá, al lado del agua. ¡Pero tú sigues cargándola!
La actitud que estas anécdotas expresan parecería ser una de naturalidad, respeto e integridad en la esfera íntima de las relaciones entre los géneros. Sinembargo, en cuanto a la igualdad de derechos sociales, tanto el rechazo inicial de Buda a permitir una orden de monjas, como el actual debate por los derechos de las monjas en Tailandia, permite creer que todavía no se llega a una resolución satisfactoria al respecto en el ámbito budista.
Con esto podemos entrar al tema principal.
Ikkyu – La Nube Loca
Quien luego sería conocido como Ikkyu Sojun nació en Kioto al alba del día de año nuevo[[No el primero de enero; sino el día de año nuevo japonés, que es aproximadamente un mes más tarde. Habría que establecer la correspondencia en el calendario gregoriano.]] de 1394 en una familia del pueblo. Recibió el nombre de Sengikumaru. En algunas biografías posteriores a su muerte se dice que era hijo no reconocido del emperador Go-Komatsu (1337- 1433) y que llevaba los signos del dragón y las marcas del fénix. De este modo, pues, podemos decir que así como a la cuna de Homero se la disputan varias ciudades griegas, Ikkyu es reclamado a la vez por la clase popular y la aristocrática de su país.
La versión de su origen imperial es, sinembargo, muy consistente con la historia del Japón de entonces.
Desde 1185 el emperador era una figura simbólica, y el poder real estaba en manos del ejército, y más precisamente de su comandante, el Shogun. Pero en 1333, el emperador Go Daigo, con el apoyo del clan Ashikaga y otros, logró restablecer el poder imperial. Tres años después, habiendo perdido el apoyo de los clanes, tuvo que huir, y fundó la Corte del Sur, rival de la del Norte dominada por los Ashikaga cuyo apoyo había perdido. Durante cincuenta años el Japón tuvo dos emperadores.
En 1391 se acordó la unificación de las cortes con el compromiso de que la corte del Norte acogería a los miembros de la corte del Sur. Fue así como la futura madre de Ikkyu vino a convertirse en una de las cortesanas del palacio del emperador Go Komatsu.
Ya embarazada, las intrigas palaciegas la acusaron de favorecer la antigua causa de la corte del Sur; fue expulsada de la corte y enviada a una familia plebeya. Para evitar el riesgo de un futuro resurgimiento de la corte disidente, su hijo no fue reconocido como de estirpe imperial.
El shogun de entonces era, desde 1367, Ashikaga Yoshimitsu (1356-1408) quien en 1397, tres años después del nacimiento de Ikkyu, hizo construir el Pabellón de Oro.
A los cinco años,[[Contados desde su nacimiento. La tradición oriental es contar un año más – desde la concepción.]] Ikkyu fue enviado como acólito al templo Zen de Ankokuji en Kioto, de la Secta Rinzai, que en la China se llamaba Lin Chi, y de la línea de Daito, el fundador del Daitokuji, quien después de su iluminación vivió como mendigo bajo el puente de la Calle Quinta de Kioto. La secta Rinzai da importancia a la palabra y al logro del despertar mediante la meditación sobre temas paradójicos, los llamados Koan. Fue una secta clave en el desarrollo artístico y cultural de la época.
En el templo recibió el nombre de Shuken y comenzó a aprender las escrituras budistas y los clásicos de China y Japón. Ya a los doce años era notoria su facilidad para componer poemas en chino. Fue un alumno brillante, de genio reconocido, agudo y travieso. A los trece, se trasladó al Kenninji, el más antiguo templo de Kioto. Allí comenzó a criticar el estilo administrativo del templo – su esnobismo, su interés por lo mundano, por la política, y su desinterés por la iluminación.
De esta época son varias anécdotas de las que se guarda memoria en la tradición Zen, como éstas.
Uno de los monjes del templo hacía un dulce delicioso, codiciado por los alumnos entre los cuales estaba Ikkyu. Para que no lo consumieran, el monje dijo en una ocasión que el dulce estaba envenenado, y se ausentó.
Ikkyu entonces rompió una de las escudillas de cerámica del monje, y enseguida se fue a la despensa a comer dulce.
Cuando el monje volvió, Ikkyu, repleto, le dijo que había roto la escudilla y que entonces había resuelto quitarse la vida, para lo cual había comido un poco de dulce. Pero no había muerto, por lo que decidió seguir comiendo en busca de la muerte, pero sólo había encontrado el hartazgo.
En otra ocasión, uno de sus compañeros rompió la taza de té preferida por el maestro. Acudió a Ikkyu buscando apoyo.
– No te preocupes – le dijo éste.
Cuando llegó el maestro, Ikkyu le hizo una pregunta sobre la impermanencia de las cosas. La respuesta fue un amplio sermón sobre el surgimiento, el madurar y el morir y desintegrarse. Ikkyu entonces le mostró los restos de su amada taza, diciendo:
– A su taza le llegó el tiempo de morir y desintegrarse, Maestro.
La fama de Ikkyu aún niño llegó a oídos del Shogun, quien le mandó llamar. Una vez en su residencia, el Shogun le mostró un biombo con un tigre pintado, y dándole una cuerda, le pidió que lo enlazara. Ikkyu le respondió:
– Lo haré tan pronto como su Señoría lo saque del biombo al jardín.
¿Por qué decidió Ikkyu escribir su poesía en chino y no en japonés? No es fácil dar una respuesta convincente. En el siglo XV de Ikkyu hacía tiempo que la lengua nacional era reconocida como instrumento literario. Pero el poeta escogió escribir en chino, y hoy sólo pueden hacerse especulaciones sobre sus motivos. ¿Por un prurito esotérico y aristocrático? Eso no parecería congruente con una vida que se complacía en mezclarse con pescadores, prostitutas y vagabundos.
Una hipótesis viable es la de un proyecto de traducción. Ikkyu pudo haberse propuesto llevar las experiencias vitales del pueblo y de sí mismo al lenguaje enrarecido de los templos y los monasterios, donde los clásicos y la lengua chinos seguían siendo fundamentales.
Otra hipótesis convergente podría ser la de una voluntad estética de contraste entre un contenido perturbador y diferente, y un vehículo lingüístico que en el Japón del siglo XV era ya conservador y hasta anacrónico.
También puede ser simplemente que Ikkyu, a pesar de la libertad de conducta que al parecer alcanzó con el Zen, se sintiera más cómodo escribiendo los poemas de contenido erótico en chino. Este tipo de temas es prácticamente inexistente en la literatura japonesa aún hoy, y los poemas de Ikkyu en chino son una excepción destacadísima y única.
Sonja Arntzen dice que fue el resultado natural de su educación en los templos budistas. Es posible: fue en la corte imperial, y no en el ámbito religioso, donde se afirmó el japonés como lengua literaria. Pero Ikkyu, aún como monje ¿podría haber estado al margen del florecer de la literatura en la lengua nacional? No es fácil creerlo. Los autores de las obras literarias de la época Kamakura, escritas en japonés, habían sido monjes.
Todo esto dicho, han sobrevivido algunos poemas de Ikkyu en japonés.
A la edad de dieciséis años, su fervor religioso y su curiosidad intelectual le condujeron al estudio de la meditación con el sacerdote Kennon Soui (Ken’o Sôi – m. 1415) quien le llamó Sojun. La primera biografía de Ikkyu, el Nempu, dice que tuvo entonces intenciones de lanzarse al lago Biwa, pero que fue detenido por la oportuna llegada de un mensajero de su madre.
Luego se hizo discípulo de Kesou Soudon (1352-1428), un riguroso monje que mantenía el espíritu original de los antiguos maestros del Zen en un templo rústico de Katada, una pequeña ciudad comercial en la costa suroeste del lago Biwa. Ikkyu fue inicialmente rechazado por Kesou. Ikkyu resolvió quedarse a la puerta del templo, a esperar la entrevista o morir de hambre. Unos pocos días después, al salir Kesou hacia la población, encontró a Ikkyu. Entonces hizo que sus sirvientes le echaran a palos. Pero al regresar le volvió a encontrar allí. Conmovido, le recibió.
Para sostener el templo, Ikkyu hacía y vendía muñecas en Kioto. Cuando podía, se mezclaba con los adivinos, los cantineros, las prostitutas, los pescadores de la ciudad cercana. Un día, al escuchar a un conjunto de músicos ciegos interpretando un fragmento del Cantar de los Heike,[[En el fragmento, Gio, una bailarina al servicio de Taira Kiyomori lo persuade a ver danzar a Hotoke, una colega que no había sido presentada formalmente en la corte. Kiyomori se entusiasma con la advenediza y echa a Gio, quien se retira a una choza con su madre y su hermana para dedicarse a la religión. Hotoke, luego, dándose cuenta de lo ocurrido, viene a unírseles después. (Arntzen, p.13-14)]] encuentra el sentido del koan que estudiaba. Su maestro le confirma la experiencia y le da el nombre de Ikkyu (Una Pausa) para conmemorar el momento del despertar. En respuesta escribió:
Del mundo de pasión
al mundo de pasión
hay una pausa –
Si llueve, pues que llueva,
si hay viento, pues que sople.[[Hay en japonés otras versiones del poema que Ikkyu escribió en esa ocasión. Las versiones en español, elaboradas a partir de versiones inglesas pero controlando los kanji originales cuando han estado disponibles, son de Rodrigo Escobar Holguín]]
Más tarde, en el verano de 1420 (o 1424 – las fuentes divergen), mientras meditaba en un bote, en el lago Biwa, una tarde lluviosa, el graznido de un cuervo – de nuevo otro sonido -volvió a provocar su iluminación.
No tenía atractivo físico; su cara era cuadrada, de nariz chata y ojos tristes. Hay varios retratos de él. Entre ellos, uno por Soga Jasoku III pintado en algún momento del último año de vida del poeta, y otro pintado en vida también,[[Ilustra la carátula de esta conferencia. 43.8×26.3 cm. Museo Nacional de Tokio.]] por Bokusai (también conocido como Motsurin Shôtô), discípulo pintor muerto en 1496.
Ikkyu mantenía sus sentidos aguzados y despiertos, y de ello nos deja testimonio en algunos poemas.
El sonido de ensueño de la flauta de bambú de Bokushitsu
me despierta de un profundo sueño una noche de luna
Una espléndida noche de otoño, fresca y clara;
con fondo de tambores de una aldea lejana,
pura y sola, una flauta de bambú me abre al llanto,
librándome de un sueño profundo y melancólico.
Comida de Pulpo Fresco
Brazos innumerables como los del dios Kannon,
a mí sacrificados, con limón de aderezo.
Es el gusto divino del mar. Qué pena, Buda,
no poderte cumplir tampoco este precepto.
(Sin título)
Qué bueno ver a una mujer bañándose –
Te frotaste la cara de flor, enjugaste tu cuerpo de ternuras,
y este monje, sentado en el agua caliente, disfrutaba
aún más dicha que el mismo Emperador de China.
(Sin título)
Cómo duele el profundo apego físico:
todo se da al olvido de pronto, verso y prosa;
nunca conocí antes tal placer de natura;
suena el viento y relaja mi mente aún dichosa.
De sus treinta a sus sesenta años, Ikkyu vagabundeó por templos y poblados. En sus poemas se llama “Nube Loca” (Kyo-un) a partir de la expresión “nube-agua” (un – sui) que se usa para designar a los bonzos del camino. No siempre debió ser fácil tal vida, como lo muestra este poema:
En la cabaña
Como yo está gastada y pálida la tierra.
Anciano el mundo, atormentado el cielo, seco el pasto.
Es tiempo ya y la brisa primaveral no llega,
sólo nubes de invierno tragándose mi choza.
En alguna época de sus correrías, tuvo esposa y un hijo que luego se hizo un maestro de la ceremonia del té.
Por una época Ikkyu se estableció en Sakai, una ciudad portuaria al sur de Kioto donde practicaba su “Zen loco” en burdeles y cantinas. En las celebraciones de año nuevo solía desfilar con un cráneo para recordar la impermanencia de la vida humana. En otra ocasión utilizó una espada de madera para mostrar la inefectividad del “Zen de madera” (petrificado) de los grandes monasterios, del que fue un crítico permanente, y que consideraba hipócrita y corrupto. Oigámosle en un poema sin título:
Cada día los monjes desmenuzan el Darma
y sin parar entonan sus enredados sutras.
Antes debían saber cómo leer las cartas
de amor de viento y lluvia, luna y nieve.
Sus extravagancias y sus frecuentes enredos con las mujeres celebradas en sus poemas, eran para él métodos de comprender e ilustrar las realidades de la vida y del Zen. Su búsqueda, su aprendizaje y su enseñanza fueron constantes. Oigamos algunos poemas al respecto:
Sin sabiduría
El camino que digo no lo sigas
ya que no existe
no hallarás ese éxtasis
que figura en catálogo
no vayas tras los líderes
no pueden liberarte
y lo más importante
no me hagas caso
(Sin título)
Lluvia y granizo, hielo y nieve
son cosas diferentes.
Pero cuando han caído,
son idénticas aguas
del arroyo del valle.
Luna brillante y sola
Muchas sendas arrancan
del pié de la montaña,
pero en la cumbre
todos vemos la misma
luna brillante y sola.
Pescador
El tieso meditar y la lectura
pueden llevar la mente al extravío.
Pero es valioso el canto de un pescador a solas –
lluvia en el río, luna jugando entre las nubes,
su canción cada noche, de inefable hermosura.
A partir de sus experiencias vitales y basado en conceptos del maestro chino Kido planteó el Zen del Hilo Rojo, así nombrado en una metáfora del cordón umbilical, signo de unión con los ancestros. En estrecha relación con el budismo tántrico, la práctica del Hilo rojo fue la más radical intepretación del sexo que un maestro Zen llegara a proponer.
En 1455 hizo conocer su Jikaishû, “colección de sermones a sí mismo”. Al año siguiente restauró el templo de Mioshoji, que estaba casi en ruinas, y al que volvería al final de su vida.
La guerra civil de Onin (1467-1477), una guerra familiar por la sucesión del shogunato, tuvo una importancia grande en la vida de Ikkyu, tanto en lo personal como en lo público.
Durante las hostilidades, en 1471, conoció a una cantante, música y compositora ciega, la Dama Shin, también llamada Mori, pues el símbolo con que se escribe su nombre – que significa Bosque – puede leerse de ambas maneras. Ella era cincuenta años más joven que él; se enamoraron, y él le dedicó numerosos poemas. Oigamos algunos de estos, escritos en medio de una terrible guerra civil:
En agradecimiento a Mori
Desnudo estaba el árbol, y le diste una nueva primavera.
Verdes retoños, flores nacientes, una promesa fresca.
Si alguna vez olvido, Mori, lo que te debo,
que arda en el infierno para siempre.
(Sin título)
Cada noche la ciega Mori me acompaña en el canto;
bajo las mantas, susurros siempre nuevos, cual patos mandarines;
prometemos reunirnos al alba de Maitreya;
todo está en primavera, aquí en la casa de este viejo Buda.
(Sin título)
Exhausto de placer, abrazo a la que amo.
No es para mí el camino del asceta:
en dirección contraria va mi mente.
Hablar de Zen es fácil. Yo cerraré la boca
y me daré al amor el día entero.
Fragancia de narciso en el oscuro sitio de mi amor
Medianoche. Suspiro al ver tu rostro en sueños.
El pabellón de amor estaba lejos.
Cual rama de ciruelo en primavera,
florece entre tus muslos el narciso.
Canto de un jardín en sueños
Reclinado en tus muslos y soñando
que estaba en un jardín de estambres perfumados,
cantaba y saboreaba tu manantial. Aún sigue
por ocasos y noches de luna nuestro canto.
Muchos edificios de Kioto fueron destruídos en la guerra Onin. En 1474, el conflicto aún no terminaba, si bien ya se había trasladado a las provincias. Entonces el emperador le convocó a Kioto para dirigir la reconstrucción del templo y monasterio Daitokuji. El llamado se debió no sólo a que Ikkyu ya tenía experiencia en este tipo de empresas – había reconstruido el templo de Mioshoji – sino además a que era conocido y apreciado por ricos comerciantes que podían aportar dinero para ello.
No debió ser un cambio fácil para alguien acostumbrado a la forma libérrima en que había vivido Ikkyu. Dice uno de sus poemas:
(Sin título)
Diez años en burdeles – una dicha difícil de extinguirse.
Entre desiertos montes y valles sombríos debo vivir ahora.
Hay mil leguas de nubes a esos sitios de dicha;
hiere mi oído el viento del pinar junto a casa.
Aunque había atacado a la jerarquía del templo, Ikkyu aceptó ser el abad cuadragésimo séptimo del Daitokuji con la intención de reconstruirlo y de reunificar las facciones que dividían a los monjes. Pero no soportó el cargo sino por unos pocos días, aunque siguió dirigiendo el trabajo de reconstrucción.
(Sin título)
Diez días de convento
me han puesto inquieto.
A mis pies, está el hilo
rojo largo y entero.
Si un día me buscan,
que me pregunten
en la cantina,
en la pescadería,
en los burdeles.
De esos años pueden haber sido ciertos poemas que se refieren al fundador del templo que estaba reconstruyendo, el Daitokuji. Daito significa en japonés Gran Lámpara. Un monje escribió un libro sobre la vida del fundador, pero a juicio de Ikkyu era una biografía incompleta…como lo atestigua este poema:
Sobre el tema de “Los hechos del Venerable Maestro Daito”
Alza bien la Gran Lámpara, que alumbre al cielo entero.
Ante el templo del Darma los pudientes compiten en elogios.
La vida de mendigo, cuando comía viento junto al agua,
veinte años bajo el puente, eso nadie lo dice.
Por esa época se cruzaban, pues, dos hilos en su vida: la reconstrucción del templo de Daitokuji (a distancia, eso sí, de sus monjes) – y su amor por Mori. Esa intersección se muestra en varios poemas.
Cara a cara con el amor en el aniversario de Daito
Sutras al fundador cantan los monjes –
sus voces cacofónicas resuenan al oído.
Y luego en el amor los íntimos suspiros
dan eco a su formal y huera disciplina.
(Sin título)
Una mujer, el río profundo del amor, nube y lluvia.
Muchacha y monje cantan arriba bajo el quiosco.
Hallo la inspiración en besos y en abrazos;
no creo que esté dando mi cuerpo a los infiernos.
Charla nocturna en una cámara de ensueños
Sea en mares o ríos o montañas, el monje
abandona en el mundo fama y oro. Cual patos
anidan cada noche los cuerpos en el lecho
y se hacen uno en íntimos susurros.
(Sin título)
Exhausto de placer, abrazo a la que amo.
No es para mí el camino del asceta:
en dirección contraria va mi mente.
Hablar de Zen es fácil. Yo cerraré la boca
y me daré al amor el día entero.
Se estableció en Takigi, a medio camino entre Kioto y Sakai, en el templo de Mioshoji, que había restaurado en 1456, y desde donde viajaba a la labor encomendada. Allí, al parecer, vivió con Mori, y continuó sus relaciones con grandes artistas y escritores, como Komparu Zenchiku (1405 – 1470?), escritor de dramas Nô; Sogi (1421 – 1502), maestro de la forma poética Renga; y Sôchô, poeta de haiku, entre otros. A través de estas relaciones, Ikkyu desempeñó un papel de la mayor importancia para el influjo del Zen en las artes literarias y pictóricas. Fue en este lugar donde construyó su tumba en 1475.
El monje que escribió en chino los que se pueden considerar únicos poemas eróticos de la literatura clásica japonesa murió mientras meditaba, el 21 de noviembre de 1481. Por entonces la reconstrucción del Daitokuji estaba concluida. Poco después – en 1483 – el shogun de entonces, Ashikaga Yoshimasa – hizo construir el Pabellón de Plata.
Que la evocación de ese sitio que Ikkyu no llegó a conocer nos sirva de marco para oír el último poema que citaremos en esta ocasión:
El sexo femenino
Es la boca de origen y no dice palabra;
un magnífico monte de pelo le rodea.
Allí donde los budas de mil mundos nacieron,
un ser sensible puede perderse por completo.
Una valoración de Ikkyu desde el siglo XXI
¿Qué puede significarnos hoy este extraño monje japonés?
De su vida y su obra, podemos derivar algunas conclusiones que pueden brindarnos en esta época un motivo actual de reflexión.
Ikkyu mantuvo siempre durante su vida una actitud original de búsqueda religiosa y artística. En esto no se impuso ni se dejó imponer límites convencionales. Se le recuerda, no sólo como un poeta, sino además como un creador y un promotor de la creación en campos tan diversos como el ikebana, la música de flauta, la caligrafía, la pintura. Fue un constructor. Se le respeta como uno de los pilares del budismo Zen. Todas esas empresas estaban enlazadas por un intenso deseo de contacto, comprensión y aporte a su entorno y a los seres humanos que le rodeaban.
Su aguda actitud crítica no le llevó al aislamiento. Permaneció en relación con el mundo en torno suyo. En una sociedad estratificada, cruzaba las barreras entre las clases y se codeaba con trabajadores, cortesanos, pescadores, prostitutas, monjes. Cuando la Corte Imperial requirió sus servicios él acudió y logró cumplir lo que le pedían sin perder su libertad.
Dio un altísimo valor a la experiencia sensorial, y en esto llevó el budismo Zen al mayor extremo. Pero no se quedó apenas en la experiencia, sino que la expresó con fuerza a través de su poesía y de su arte.
Nunca aparece en sus poemas una referencia a las guerras que entonces asolaban su país. En medio de un mundo sangriento y estremecido por la violencia, Ikkyu fue un hombre de paz.
Referencias
Este documento ha sido elaborado con base en varios sitios de Internet y dos libros. Casi todos los materiales están en inglés.
Libros
Arntzen, Sonja. Ikkyu and the Crazy Cloud Anthology. University of Tokyo Press. 1986. 197 pgs. Es un libro excelente, con 144 de los 880 poemas de la Antología de la Nube Loca. Aparecen los poemas en texto chino (kanji) y traducción al inglés. Las traducciones son fieles al texto y mantienen una calidad poética. Muchos de los poemas de Ikkyu contienen alusiones al contexto literario, histórico y cultural que hacen difícil su comprensión en forma aislada.
Fawkes, Charles, editor. El libro de la alcoba – una recreación ilustrada de la erótica oriental. Barcelona: Plaza y Janés, 1998. Traducción por la editorial española de The Pillow Book. Londres: Hamlyn, 1998. Contiene once poemas de Ikkyu en chino (kanji) con traducciones al español a través del inglés.
Páginas de la Red
Las páginas de Internet consultadas no traen los textos en kanji originales.
[->http://www.geocities.com/Paris/5870/ikk.html]
Aquí aparecen, entre otros, el poema My Love’s dark place is fragrant like narcissus (Fragancia de narciso en el oscuro sitio de mi amor), una versión del poema Face to face with my lover on Daito’s anniversary (que Arntzen traduce como Face to Face with the Beautiful One on the Eve of Daito’s Conmemoration Ceremony, y que aquí se presenta como Cara a cara con el amor en el aniversario de Daito), el poema Song of the Dream Garden (Canto de un jardín en sueños) y el poema Night talk in a dream chamber (Charla nocturna en una cámara de ensueños).
[->http://www.emptybell.org/shakupoems.html]
Esta página, compuesta por Robert A. Jonas, contiene el poema The Dreamy Sound of Bokushitsu’s Shakuhachi Awakened Me from Deep Sleep One Moonlit Night (El sonido de ensueño de la flauta de bambú de Bokushitsu me despierta de un profundo sueño una noche de luna).
[->http://www.geocities.com/CapeCanaveral/Campus/4178/Poemsofikkyubankeiandryokan.html]
En esta página se encuentran algunos poemas de Ikkyu, y otros poetas Zen. De aquí se han escogido los poemas sin título Many paths lead from…(Muchas sendas conducen…), Rain and hail, snow and ice (Lluvia y granizo, hielo y nieve…), A Woman’s Sex (El Sexo Femenino). Hay también en esta página citas extensas del ensayo en prosa de Ikkyu Esqueletos.
[->http://www.geocities.com/suzakico/index.html]
Contiene algunos poemas de Ikkyu.
[->http://readordie.org/reference.php?page=ikkyu]
Contiene, además de una compacta biografía de Ikkyu, su poema “El Sexo Femenino”.
[->http://www.thejapanpage.com/html/book_directory/Detailed/359.shtml]
Contiene una breve y densa biografía de Ikkyu con algunas anécdotas de su infancia en los templos.
[->http://personal.readysoft.es/manga/manga/mangas/ikkyu.html]
Única página encontrada en español. Comenta la historieta (Manga) Ikkyu, por Hisashi Sakaguchi. Incluye datos importantes como algunos de los nombres de Ikkyu.
