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La Escuela-Taller Carvajal de Bellas Artes en Manizales

Desde los tiempos más remotos el arte ha sido connatural a la condición humana. Arte como maneras de expresión en busca de manifestar testimonios visuales o sentimientos. Transcurrido el tiempo, surgen personajes sobresalientes y escuelas que agrupan estilos. Están los testimonios de la Grecia Clásica, de la Roma que le siguió, la Edad Media, y de pronto se llega al Renacimiento, con ese florecer armonioso y diverso de la belleza. Y aparecen personajes de asombro, genialidades, como Leonardo da Vinci, que congrega múltiples saberes y abre caminos en las más diversas disciplinas. Un genio que asimila su labor en la comprensión de todo estar relacionado con todo. El arte también involucra el aporte de las culturas vernáculas en todo lugar, con testimonios en petroglifos, en objetos y en muchas otras maneras de manifestarse. Los países y las regiones suelen singularizarse por épocas en las expresiones del arte, al igual con figuras protagónicas.

Hilando delgado me referiré a una experiencia singular y pionera entre nosotros. La Escuela-taller de los Carvajal en Manizales. La Universidad Autónoma de Occidente, en Cali, publicó en el 2013 un singular libro, “Artífices de lo divino y lo profano”, con la autoría de Ricardo Castro-Ramos. Obra que recoge prolongada investigación acerca de los artistas-escultores Carvajal de Antioquia y algunos llegados a Manizales, donde establecen un Taller-Escuela. El autor se ocupa de dar marcos generales, con mirada a la historia de la cultura, para apreciar el encadenamiento de técnicas en la escultura y la talla, con aprovechamiento de diversos materiales. Dispone de un acertado prólogo de Juan-Luis Mejía A., personalidad intelectual, investigador y escritor, con obra significativa, además de sus desempeños públicos y académicos.

Juan-Luis desarrolla la hipótesis de lo heredado a comienzos del siglo XIX por los extranjeros que llegaron a Antioquia para la explotación de minas, quienes trajeron instrumentos y formas de trabajar, con capacitación de artesanos en proceso que tiene consecuencia en la formación secuencial de carpinteros, ebanistas y artistas. En especial con núcleos en familias que fueron desplegando en sucesión destrezas en diversas formas de ornamentación, con la talla, la escultura, la pintura, incluso el grabado y la música.

Para el caso que nos ocupa hubo una primera investigación, del profesor Fabio Rincón-Cardona, de la Universidad Nacional en Manizales, manifiesta en significativa exposición bajo el lema: “A imagen y semejanza: la escultura religiosa de madera en Manizales” (1994). Investigación que fue seguida por otra de Santiago Londoño (2002): “El taller de los Carvajal”. Se trató de importantes rescates, con más expansión en el libro de Castro-Ramos.

De igual modo, hay un juicioso trabajo de Alexandra-Patricia Chica y Sebastián Martínez-Franco, dirigido por Ricardo Castro-Ramos, elaborado en el 2011 en la Universidad Autónoma de Occidente, como resultado de pasantía de investigación para optar al título en “Diseño de la Comunicación Gráfica”.  Trabajo aplicado a rastrear los aportes del Taller Carvajal existentes en el Valle del Cauca, entre 1900 y 1950, y contiene muy amplio inventario de obras de algunos de los maestros Carvajal-Quintero, con sus ubicaciones.

Se trata de estirpe de artistas creada por Álvaro Carvajal-Martínez (1845- 1920), escultor de obras religiosas aprestigiado en Antioquia. Con su esposa Rosalía Quintero tuvo diez hijos varones y una mujer. Carvajal-Martínez nació en el municipio de Don Matías, con comienzo de su obra en taller de Envigado y luego en Medellín. Es posible que haya sido autodidacta, con estudio personal en obras europeas y con labor continua que lo llevó a perfeccionarse en los oficios, en especial de talla y escultura. Sus hijos formados en el taller del padre continuaron con esa vocación. Así, a la muerte del padre, su hijo Constantino asume la dirección del taller en Medellín, con el acompañamiento de sus hermanos Evelio,  Miguel-Ángel, Roberto y Angélica. Constantino también estudió con el maestro Francisco A. Cano y viajó por Europa, con aplicación especial en la Académie Julian de París. Autor de abundante número de obras religiosas, esculturas y tallas, que se encuentran en templos de Envigado, Yarumal, Sonsón, Don Matías, Angostura, Remedios, Girardota, etc. y en colecciones privadas.  

En 1904 tres de los hermanos Carvajal-Quintero: Constantino, Miguel-Ángel y Evelio, dan comienzo en Manizales a la “Casa Taller de Bellas Artes Carvajal”, escogida la ciudad por el ambiente de comercio que había, con posibilidades reales para mercadear sus productos. Luego, el hermano mayor, Álvaro, se beneficia del acontecimiento y se establece aquí en 1905 para dirigir el Taller y abrir camino en la formación de sus colaboradores, en la casa que establecieron en la Calle Esponsión, hoy carrera 23, ubicada entre las calles 28 y 29, para producir obras por encargos en iglesias locales y de otras poblaciones, incluso con alcance a los departamentos del Valle y del Cauca. Además combinó esta labor con la comercialización de artículos traídos de Europa. El maestro Álvaro fue una personalidad que pronto tuvo reconocimiento en la ciudad y la región, accediendo con elegancia a los diferentes niveles sociales, incluso fue concejal de la ciudad y por progresiva formación intelectual ejerció la escritura, fundó periódicos y revistas. Sus trabajos en talla, escultura y estatuaria con los años han sido reconocidos y valorados por su gran calidad técnica y expresiva. Viajó en 1922 por Europa y en Carrara tuvo aplicaciones con el mármol.

El maestro Álvaro Carvajal-Quintero (1871-1966) muere en Manizales a los 95 años y deja extensa obra repartida por múltiples lugares, y una apreciada familia, Carvajal-Escobar, con miembros profesionalizados, por ejemplo en la Arquitectura y el Arte, con formación en Europa. Además, quedaron artistas capacitados en labores de taller, algunos con alcance de significación, como su alumno Arnulfo Gil, del cual el libro recoge con mayor extensión su trayectoria y los aportes creativos. La obra también relaciona a otros imagineros y artesanos, formados por Don Álvaro: Roberto Trujillo (oficial imaginero), Tulio Nieto-López (oficial tallador), Eloy Zuluaga (oficial imaginero, con aplicación en pintura y decorados), Luis-Fernando Cardona (oficial imaginero, pintor y modelador de estatuas), Alfonso Moreno (oficial carpintero y ebanista, luego con taller propio), Gabriel Orrego (oficial tallador, carpintero y ebanista, luego con taller propio); Manuel Serna, Oliverio Vasco y Francisco López (oficiales carpinteros y ebanistas); José Díaz, Benjamín Pinilla y Octavio Muñoz (oficiales aplicados al mármol).

Obras del maestro Carvajal-Quintero son abundantes; cabe citar algunas preservadas en Manizales: estatuas de la Samaritana y de la Inmaculada Concepción, Conjunto escultórico del bautismo de Jesús (madera policromada), Conjunto escultórico de la Santísima Trinidad, Estatua de la Inmaculada Concepción, en la Iglesia de la Inmaculada; estatuas de San Rafael Arcángel, en el Instituto San Rafael y en el Hospital de Caldas; Estatua de Santa Rita de Casia, en el Templo del Sagrado Corazón; Estatua de Cristo Resucitado, en el templo de Cristo Rey; Estatua de Francisco de Paula Santander (comienzo de la Av. Santander, sector Fundadores); Estatuas de San Diego, San Pedro y Cristo Resucitado, en la Catedral Basílica; Bustos de Simón Bolívar y Santander, con copias en el Colegio de Cristo (Mzls.), en Chinchiná y Quimbaya. Busto de Policarpa Salavarrieta, en Anserma (Caldas). Busto del General Córdoba, en Cali (Valle del Cauca). Estatua de Atanasio Girardot, en Girardot (Cundinamarca). Estatua de Jorge Robledo, en Cartago (Valle del Cauca). Estatua de San Vicente de Paul, en Salamina (Caldas), etc.

Entre los hijos de Don Álvaro  cabe mencionar a Ofelia (matrona fundadora de la estirpe Londoño-Carvajal) y a los arquitectos Alfonso, Hernando y Fabio, con desempeños familiares y profesionales reconocidos. Ofelia y Fabio aportaron información sustantiva en entrevistas para el libro. En especial, Alfonso Carvajal-Escobar, Ingeniero de la Escuela de Minas en la UN-Medellín y más alta formación de Arquitecto en París, con prestancia social y cívica, le correspondió asumir la dirección de la sede en Manizales de la Universidad Nacional de Colombia, en un momento de gran crisis institucional, en compromiso de algo así como su refundación, con creación de nuevos programas curriculares y expansión física, labor que cumple entre 1964 y 1972.


Credencial de Estudiante de Alfonso 
Carvajal-Escobar, Ing. Arch.

La señora Ofelia Carvajal de Londoño, donó obras de su padre al actual “Museo de Arte Religioso” en Sonsón (Antioquia), antes “Casa de la Cultura”, que estuvo dirigida por Rómulo Carvajal-Quintero.

Uno de los participantes en el Taller fue  Guillermo Botero-Gutiérrez (1917-1999), quien hizo sus primeras armas conducido por el maestro Álvaro Carvajal-Quintero en 1937, y luego amplía su formación en países como Chile, Brasil, Uruguay y en visitas a Europa con reconocimiento de museos y estudio de técnicas en talla y escultura. Con retorno a Manizales en los años sesenta, instala su taller y despliega intensa y bella obra, la mayoría instalada en lugares públicos de Manizales, con algunas en colecciones privadas y sitios emblemáticos de otras ciudades. En Montevideo dejó obra significativa.

La Casa-Taller de Don Álvaro estuvo montada con todo rigor, ejemplo de organización. En el segundo piso habitaba con la familia, y en el primero tuvo el despliegue de los oficios, con disposición compartimentada para el vaciado del yeso, el trabajo de carpintería y ebanistería, depósito para insumos y herramientas, tallas en madera, tallas en mármol (lápidas y efigies), archivo documental, sala de exposiciones y la oficina de gerencia. Similar tuvo rangos en la formación de las personas que acogía, con entrenamiento gradual y dependiendo de las habilidades pasaban de un nivel a otro: artesanos hasta desarrollarse como oficiales calificados, que involucraba las características de carpintero, ebanista, tallador. Algunas personas que no alcanzaban desarrollo de más habilidades, permanecían como torneros y taponadores.

Quedan en muchas iglesias de poblaciones del Viejo Caldas, Valle y Cauca obras de Don Álvaro y de su Taller, pero es de interés también hacer notar su obra llamada “profana” o laica, como los bustos de Olaya-Herrera (expresidente), de José-María Guingue (educador), el conjunto escultórico Jorge Robledo, entre muchos otras. Presentaba propuestas para las conmemoraciones onomásticas y patrias, como en el caso de la que modeló para el “Monumento a los Fundadores de Manizales”. Esculturas singulares en madera se mencionan como “Santa Mónica y San Agustín Niño” (en el templo del Sagrado Corazón) y “San Isidro Labrador” (en la Catedral Basílica), ambas en Manizales.

Bolívar y Santander (Obras de Don Álvaro Carvajal-Quintero)

Constantino realizó tres copias del busto en bronce del pensador Rafael Uribe-Uribe, una de ellas para el Parque San José (nombre actual) que fue rescatada por el maestro Guillermo Botero G, en la remodelación de ese lugar con ubicación en sitio especial, con diseño del propio Botero, para rendir homenaje a sus maestros Carvajal. Busto que luego se robaron, y nunca se supo donde fue a parar.

La Escuela-Taller Carvajal de Bellas Artes en Manizales, fue un hito trascendental en la ciudad, la región y el país, al conquistar en la sociedad espacio para el Arte, sacro y laico, con sentido también de empresa, para la subsistencia digna y de estímulo para quienes se formaron allí, ejercieran el ejercicio de tan valiosos oficios de talla y escultura, con sus propios talleres de micro-empresarios.

Vale la pena recordar estas experiencias, en mayor grado significativas en estos tiempos cruciales.

 

En Aleph, mayo del 2021 [Versión breve en “La Patria”, domingo 09.V.2021;  p. 19]

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